Hace cosa de una semana rompí mi silencio ciclísticamente incorrecto para desenmascarar la trama organizada para desprestigiar a Alberto Contador. Esta semana tengo que volver a romper ese silencio, ya que en el artículo anterior no fui capaz de contar toda la verdad. Me quedaron cabos sueltos. Y lo siento sinceramente, porque he sido un cobarde. No me he atrevido a contar toda la verdad porque la madriguera de conejo es tan profunda, tan ramificada e implica a gente tan importante que pensé ante todo en mi seguridad y no en hacer prevalecer la verdad.
Como bien explican en este blog, la presunta sustancia que presuntamente ha aparecido en la sangre de Alberto Contador son ftalatos (si alguien sabe como se pronuncia, por favor, que me lo grabe y me lo envíe) de DEHP. La finalidad de estos ftalatos es que el plástico tenga un tacto más suave. En general, se usan en la fabricación de juguetes, juguetes sexuales y equipamiento médico. Y casi todo el mundo cree que los presuntos ftalatos aparecieron presuntamente por culpa de una presunta bolsa plástica para almacenar presunta sangre, pero están equivocados. La culpa es de un juguete...