Al igual que el año pasado, voy a aprovechar estas fechas, en las que la gente suele hacer balance de lo acontecido, para resumir un año de bicicleta en 3 imágenes (o alguna más). La primera (sobre este párrafo), muestra los sitios más visitados: azul - poco, amarillo - bastante, rojo - mucho.

Como se puede apreciar, este año he pisado poco el paseo marítimo de A Coruña, salvo la zona de las pistas de la Torre de Hércules, y mucho el Parque del Monte de San Pedro y el Parque de Bens. En la zona de Miño, una vez más los protagonistas han sido el Río Lambre y la subida desde Bañobre hasta Carantoña. En lo que se refiere a la zona de Magalofes, este año no aparece nada resaltado, pero creo que ha sido debido a que el tiempo que estuve allí en verano, tuve el GPS estropeado y no pude grabar casi ninguna ruta (falta 184 kms, casi todos por esa zona). Por cierto, este año si que aparece en amarillo ¡el Castillo de Andrade!


Esta imagen es como la anterior pero está con menos zoom, para que se vea el Camino Inglés a Santiago de Compostela, y el código de colores es distinto: amarillo - poco, naranja - bastante, rojo - mucho.

Y en la siguiente imagen tenemos las pulsaciones... es decir, lo que he sufrido: amarillo - poco, naranja - bastante, rojo - mucho.


Para el que tenga más curiosidad, puede ver todos los datos de 2011 en Google Earth.

En cifras: en 2011 he recorrido 1.858,29 km en un tiempo total de 147:48:14 (147 horas, claro), a una media de 12,57 km/h y con una velocidad máxima de 63,2 km/h. Todas esas horas en la bici me han hecho consumir 120.842 calorías (menos mal, sino ahora mismo sería capaz de rodar sin bicicleta) con una frecuencia cardíaca media de 146 pulsaciones por minuto. He ascendido 42.950 metros y descendido 43.183 metros. Y tampoco he dibujado ningún dragón.

Resumiendo, muchas horas en la bici y muchos buenos momentos, pero despido 2011 con un sabor amargo por dos motivos:

1. He vuelto a fallar en la Mountemplaria y he decidido dejar el ciclismo de competición.
2. Ha desaparecido el Barco Maceta. Ya no está, se lo han llevado. ¿Habrá conseguido llegar al mar? ¿Se habrá podrido y lo habrán tirado? No lo se, pero su imagen jamás se borrará de mi memoria. Va por ti, Barco Maceta, te echaré de menos.